Incredulidad
Muchas veces, en todos estos años de “trabajar” en el Espiritismo, para su divulgación y práctica, se me ha hecho la misma pregunta, por muchas personas.
La pregunta es la siguiente: “¿Y si un día descubres que la reencarnación no existe, ni la Ley de Causa y Efecto tampoco son reales o que no hay sobrevivencia del Espíritu, tras la muerte física? Mí respuesta siempre fue la misma – y sigue siéndolo -. “Si descubriese que nada de eso es real, daría gracias a Dios, por hacer que una mentira, me cambiara la vida”.
Y así es lo que vamos aprendiendo, lo que el Espíritu asume en su constante peregrinaje por la Ciencia, Filosofía y Moral; nuestras propias experiencias, y algo muy importante enseñado por Kardec: La fe razonada, hasta tal punto que, si en una manifestación mediúmnica, o en una reunión de estudio, hubiese algo que fuese contra la razón y la lógica, no deberíamos aceptarlo, incluso que un Espíritu supuestamente “esclarecido”, nos pueda decir o mandar a hacer.
Porque, así como nosotros no somos esclavos de los Espíritus, ellos no lo son de nosotros. Por esa misma razón hay que coger una “lupa simbólica”, y examinar todo a fondo, reflexionando el contenido de manifestaciones, libros etc., para que no nos ocurra lo que ha ocurrido en muchas ocasiones; ser mistificados por espíritus infelices que además de hacer eso, nos quieren hacer creer que los principios espíritas son una patraña.
Volviendo al principio, la certeza de que lo que creo y siento; así como lo que veo e intuyo, me llena de confianza al respecto de los postulados espíritas.
Si una mentira cambia a miles personas, lo menos que podemos decir es: “Gracias; porque esa mentira me ha hecho ser mejor persona, ser más tolerante; me ha dado consuelo, amparo y esperanzas. Numerosas pruebas de la existencia de la Vida después de la muerte física. Esa “mentira” ha evitado suicidios, abortos, crímenes y degeneración moral en miles de criaturas.”
Hay tanto que nos demuestra que estamos en el camino cierto que, hasta la Ciencia viene a confirmar lo que ya se decía en el siglo XIX, y seguirá ocurriendo en el presente y en el futuro.
Yo lo veo tan claro, siento tan hondo esa seguridad en la Doctrina de los Espíritus, que me digo: “¡Dios mío, ¿como pueden dudar las personas de esta realidad tan sublime?!”
Aun así, si después de la muerte física, no existiera la nada – supuestamente -, yo seguiría agradeciendo a Dios ese “engaño”, porque lo que ha renovado en mí, y en muchas criaturas, es casi un “milagro”. ¿Cómo se puede sostener una mentira que va creciendo en adeptos, que puede durar desde 1.857? Porque no sólo no ha decaído, sino crecido, para consuelo y alivio de muchos seres encarnados y desencarnados, así como preguntas a las que el ser humano necesita encontrar respuestas.
No pretendo convencer a nadie de la realidad del Espiritismo, basado en los principios morales que Jesús nos enseñó, hace ya más de 2.000 años. Creo que con estar yo convencida, cada cual puede aceptar la Doctrina sin ser forzado; esta no es una Doctrina de fanáticos, pero si hay alguien que, habiéndola estudiado, duda o adopta una actitud de incredulidad, comprobará, cuando su cuerpo muera, que sobrevive en Espíritu, y dará gracias a Dios por esta verdad.
Muchas de nuestras acciones las justificamos con la incredulidad; negar resulta para muchos, más fácil que esforzarse en observar, estudiar y reflexionar; la causa y el porqué de todo lo que nos rodea. De lo que somos nosotros, de dónde venimos y hacia dónde vamos. De qué – Dios – creó el Universo, y todo cuanto hay en él.
Negar por sistema, es de ignorantes, que exigen a otros que le demuestren que existe todo cuanto el Espiritismo dice; en vez de demostrar ellos, el porqué de su negación.
No estamos los espíritas obligados a demostrar nada. Con el tiempo se va demostrando que es una Realidad.
Por Isy