Fijando Posiciones
Hace tiempo que se viene haciendo campaña en distintos centros por diversos medios contra la falsa mediumnidad, contra los fanatismos y contra aquellos hermanos que se extravían, poniendo su fe o su interés en donde nunca debieran ponerlas. Y esto que en si mismo no puede ser más laudable y que en el fondo lo suscribe con aplauso todo espiritista consciente, ha dado motivo a un estado de cosas pernicioso contra el cual es necesario reaccionar. Es a saber:
Por que hay quienes para combatir lo falso y las aberraciones funcionales, en nombre de la ciencia o de su ciencia, combaten lo que es auténtico, sano y bueno, aunque no sea científico, produciendo confusiones y agravios, o hieren a aquellos otros hermanos que progresan por la vía del sentimiento, o faltos de preparación científica, no pueden comprender aquella otra verdad mientras no se les exponga con solicitud fraternal y arrancándose su estado particular de conciencia. En suma, haciéndoles distinguir lo bueno de lo malo por vía de persuasión; nunca por imposición, ni entrando en el santuario de sus convicciones.
En el polo opuesto, hay queridos hermanos que dan en la flor de considerarse agraviados, por sistema y sin examen, ante el solo hecho de que hagan obra crítica, de clasificación y saneamiento, esos otros hermanos que por temperamento, por su estado de progreso espiritual, se inclinan de preferencia hacia la especulación científica, de nuestra fe y con tanto amor por la doctrina como el que más.
Así, sólo en el plano de la ofuscación ha podido crearse estado de opinión contra estos hermanos, contra los llamados “científicos”, contra la ciencia. Pero ¿es posible, en ningún tiempo y de ninguna manera, que pueda haber oposición ente la verdadera ciencia y nuestra fe?
Desde luego que no. Y el solo enunciado de este contrasentido, prueba claramente que hay pasión o mala inteligencia en lo que está sucediendo.
Es la consecuencia y la desventaja de que en uno y otro bando haya queridos hermanos que, no obstante su buena fe y su amor por la idea, se disparan en un sólo sentido, sin tener en cuenta que todas las cuestiones deben mirarse en la vida bajo múltiples facetas, conocer todos sus múltiples aspectos, de manera que como en la visión del caleidoscopio puedan verse las cosas en conjunto, geométricamente armonizadas y por lo tanto más bellas; con más comprensión y con más amor.
Lo peor del caso es que no faltan elementos, entre ellos algunos que dirigen agrupaciones espíritas y que se hacer oír por medio de la letra de molde, los cuales, no obstante llamarse pomposamente espiritistas científicos y cristianos, sirven intereses bastardos cultivando intolerancias y ofuscaciones, como en los mejores tiempos del obscurantismo.
Para tales elementos, su mal llamado espiritismo científico y cristiano no es otra cosas que una frase hecha; una bandera para llevar incautos a una lucha que, en términos de mordacidad, de encono o de ignorancia en que la desarrollan, es eminentemente anti-científica y anti-cristiana. Es decir, contraria en absoluto a la moral del verdadero espiritista que, como tal, ha de ser tolerante y ponderado y fraternal siempre. Y cuando discute con un adversario, más que nunca.
Para comprender el cuadro de nuestras observaciones, debemos añadir también que en el fondo de estas querellas se encuentra infinitas veces la mano tapada o descubierta de los médiums… Sin mediumnidad. De hermanos y de hermanas que han cobrado indebidamente la aureola o los prestigios de la facultad y que tienen por que temer si el espíritu crítico o la suficiencia de quien sabe más, pone de manifiesto que no es oro todo aquello que reluce.
En este terreno se ha visto siempre que el médium autentico, el bueno, es persona manejable, confiada y sincera hasta para dudar a ratos de su propia facultad. El que no lo es, quien no tiene verdadera mediumnidad, es generalmente persona intrigante, soberbia, tortuosa y, en el mejor de los casos, un fanático erigido en santón o en santona, y dispuesto a conservar su clientela cueste lo que cueste. Para ello y como tapadera se toman frases o se imitan trances. Se juega con lo más sagrado, sin ningún escrúpulo o con ignorancia supina.
Y cuando alguien luego o pide pruebas, que desde luego no pueden dar, la crisis y el agravio surge enseguida, no obstante el espíritu cristiano y la caridad que tiene constantemente en la boca estas desdichadas deidades. Conste bien que no estamos atacando sino defendiendo; y en lo que pudiera tener esto de agravio, por lo que nos duele, conste también que atacar la falsa mediumnidad y las corruptelas que se encuentran en los bajos fondos de esa masa mal llamada espiritista, no es ciertamente atacar el Espiritismo, sino protegerlo.
Quedan así definidas groso modo las divergencias de buena fe; la lucha en nombre de ideas o de sentimientos contrapuestos por cuestiones de interpretación o de errores muy humanos, y las corruptelas y extraviaos que merecen consideración diferente, aunque tratemos con la misma solicitud y amor fraternal a los hermanos extraviados, enfermos de pasión, de vanidad o de ignorancia que han caído en tales aberraciones.
Por fortuna son los menos. Lo cual no quita que esta enfermedad tenga ya sus focos en América y en Francia; y en Inglaterra, en Suiza y en Italia, etc.; y que en España sea también una de las determinantes de la inícua campaña que están desarrollando contra la F. E. E., ciertos elementos que no es del caso nombrar.
Por fortuna también, abundan los espiritistas conscientes que aunque guarden silencio dejando que cada cual cumpla su misión como paloma o como milano, como instrumento de trabajo o como instrumento de perturbación, saben el valor que debe darse a estos extravíos y en su fuero interno se disponen a reaccionar.
Para ayudar a esta reacción, a fin de encauzar las aguas por donde siempre debieran discurrir, es muy conveniente fijar posiciones, borrar recelos y corruptelas; defenderse en el reducto a nuestra señora la Verdad.
Veremos si en un próximo artículo acertamos a dar remedio para los males apuntados; a fijar posiciones en el reducto; a concertar la buena voluntad de todos los que creemos firmemente que el Espiritismo debe dar en todo tiempo la nota de fraternidad, de reflexión y de perfectibilidad, entre los hombres que forman en sus filas.
Por Mac Allán.
Publicado originalmente en el Boletín de la Federación Espírita Española. Núms. 15 – 16.
Barcelona 31 Marzo de 1927. Año V.