Reflexiones ante el cadáver de un amigo
¿Dónde estás? ¡Oh mi buen amigo! ¿Dónde estás que no te veo? Porque tú no permaneces ya en ese cuerpo que yace ante mí yerto y rígido; no, tú no estás ya ahí, tú estás quizá a mi alrededor, contemplándome, asombrado de mi indiferencia para contigo, en tanto que mis pobres ojos físicos faltos de videncia espiritual no pueden verte.
Mil pensamientos acuden a mí ante la que fue tu envoltura carnal. ¡Ah, si en estos instantes mi presencia junto a tu cadáver evocara en ti el recuerdo de las frecuentes pláticas que sobre el Más Allá sosteníamos y en las que tú solías asentir a mis explicaciones!… Leer el resto ...