Política y Espiritismo
El espírita puede hablar de política (en el contexto y el momento preciso), como puede pronunciarse sobre cualquier otro asunto de nuestra realidad cotidiana; y lo puede hacer porque le asisten los mismos derechos y obligaciones que a todo el mundo… El espírita, antes que otras muchas cosas, debe ser alguien normal, natural y cercano (evitando convertirse en una especie de «friki» metafísico y/o religioso).
Una cosa es entrar en debates ideológicos, innecesarios y desgastantes, que a nada conducen… y otra muy distinta, permanecer ajeno a las necesidades sociales y sus obligaciones morales como ciudadano inmerso en un tiempo y un marco concreto.
En lo personal, me resulta algo desconcertante y tibio que un espírita permanezca «anestesiado» dentro de una burbuja doctrinaria que (equivocadamente) le haga distraerse de la problematica de su barrio, de su país, conociendo que la caridad por la que apuesta el Espiritismo no es una donación aséptica de «cuatro paredes», sino un servicio activo que nos hace ser más comprometidos con las carencias ajenas (individuales y colectivas).
La política es necesaria y no puede ser anulada. Lo que hay que apostar es por movilizarse (siempre dentro de propuestas democráticas y pacíficas) cada vez que sea preciso, para que las políticas sociales sean más justas y auténticas.
Todos, en mayor o menor medida, estamos comprometidos con la ciudad y el país que nos recibe en cada encarnación y, por lo tanto, sería insensato obviar nuestros deberes holísticos y permanecer sin sensibilidad ciudadana y empatía social. Venimos para comprometernos no sólo con nuestra familia consanguínea o nuestras parejas, sino también con el ámbito social que nos rodea.
Votar (o no), manifestarse a favor de decretos injustos, apoyar a determinados colectivos y/o minorías, defender nuestros derechos, son opciones legítimas (y deseables), pues son también cauces por los que de igual manera se expresa la verdadera caridad.
Un espírita diplomáticamente aislado de cualquier tipo de pronunciamiento político, puede ser más un diplomático que un espírita, y más aun si encima permanece alejado de cualquier contribución por apostar junto con otros por una democracia más plural y justa. Como defender los intereses del pueblo frente a las imposiciones maniqueas de las grandes corporaciones (empresas, banca….) y los gobiernos utilitaristas, etc.
El Espiritismo, históricamente y en concordancia con sus postulados superiores, siempre se colocó de manera viva a favor de la lucha obrera contra la hegemonía clerical-católica y los abusos del capitalismo y/o dictaduras.
El Espiritismo es compromiso humano, y por lo tanto SOCIAL… y la política forma parte palpitante de toda la sociedad.
Por convicción y sentido histórico, no podemos pasar por alto que en el pasado más reciente, los espiritistas de nuestro país [España] sintonizaban en lo social con los ideales republicanos, adhiriéndose o apoyando abiertamente a diversos movimientos de la izquierda más contestataria.
Aunque otros sean los contextos; las libertades y la dignidad de los menos favorecidos siguen estando en juego, y a los espíritas de hoy les queda mucha labor en ese sentido.
Artículo de Lumen
Si en efecto, no podemos desconocer que hacer politica social es caridad, aunque reconociendo que es material, pero trabajando en ello es necesario para los logros morales.
Que bueno leer esto. Adhiero completamente.