Carta a los Centros. 2ª parte
• Hay un momento en que lo más acertado que un espírita puede hacer es recomendar determinada obra de André Luiz, o del imprescindible Denis… Pero también surgen otros en los cuales (por ejemplo), la recomendación de salir al campo para despejar la mente; sugerir prestar atención a los beneficios de una respiración correcta; o aconsejar un taller de desarrollo de la autoestima, es tan espiritista como lo anterior…, porque es lo que realmente la persona está necesitando en esos momentos.
• No es acoplar prácticas de otras disciplinas al contenido de nuestra doctrina (pues esta ya tiene el suyo bien estructurado) sino más bien no sentirnos aparte de todo este despertar global hacia la trascendencia, que incluye prácticas milenarias de salud integral y elevación del ser para el hombre de todas las épocas…
Los espíritas podemos asimilar valores que estas disciplinas incorporan: como aprender a relajarse, a focalizar la atención, pensamiento creativo, técnicas para mejorar la respiración como recurso terapéutico, etc; cosas que, además, optimizarían mucho más nuestras reuniones, tanto de estudio como las de contenido mediúmnico.
• Es por ello, que debemos contextualizar sin demora, incluso dejar atrás, conceptos como “adoctrinar” o “evangelizar” (aunque solo sea porque son términos característicos de las religiones derivadas del culto católico), y no utilizarlos en cualquier momento como, sin embargo, nos hemos acostumbrado desde hace unas décadas. Ni somos evangelistas, ni pertenecemos a la orden jesuita, etc, etc; somos espíritas (algo completamente diferente), y como tales nuestro papel no es adoctrinar a nadie sino sembrar esperanza en los corazones e invitar al conocimiento del mundo espiritual, y no a todos ¡ojo!: solo a aquellos que tienen hambre de saber y trascendencia, aquellos que tienen “oídos para oír”, aquellos que nos busquen…
• Debemos acoger a todo el mundo de la misma manera pero, al mismo tiempo, es muy importante no abordarlos con espíritu de sistema (atendiéndolos de manera homogénea y dando por sentado ciertas cosas), sino sopesar cuales son sus circunstancias, actitudes/aptitudes, así como sus necesidades más apremiantes.
Decimos esto porque habrá hermanos que rápidamente se invitarán a estudiar ciertas obras o participar de determinados cursos, pues esto estimulará su campo mental y cultural específico; pero habrá otros que lo más perentorio no será sobrecargarlos con más responsabilidades (por más doctrinarias que puedan ser) sino acercarnos a ellos con cariño, con comprensión…¡y discreción!, haciéndonos servidores de una secreta esperanza que con afecto depositaremos en sus corazones.
Fin de la segunda parte
Firmado: Un hermano
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