octubre 28 2015

El discurso que abruma y el diálogo que enriquece (estudiosos espíritas, divulgadores, etc)

1176173_194324227439358_2115614400_nUno de los mayores errores que los espíritas cometemos es, al mismo tiempo, uno de los más habituales obstáculos que levantamos entre nosotros y aquellos que nos escuchan o se interesan por esta maravillosa filosofía.

Estoy hablando del afán adoctrinante… Sí, lo se, he tocado este asunto otras veces…, pero no voy a dejar de sacarlo cada vez que me sienta inspirado hacerlo y lo vea útil, y por supuesto, me lo permitan desde sitios como este -gracias a Dios aún existen plataformas espíritas plurales, librepensadoras (ese patrón tan netamente espírita y tan olvidado en la actualidad) y sin miedo de recurrir al pensamiento crítico-…

Continúa leyendo

octubre 15 2015

Amar el espiritismo

12096374_1505777406382309_2433374140535697517_nPara entregarnos real y profundamente a algo, tenemos que llegar a amarlo. Nos damos a nuestros hijos o a nuestros seres mas queridos, sin ningún tipo de oposición o medida. Para lograr darnos al espiritismo, tenemos igualmente que llegar a amarlo.

Y para llegar a ese estadio, debemos conocerlo primeramente a través de la lectura; comprenderlo después, lo que logramos con el estudio profundo y la intima reflexión; hasta llegar finalmente a una vivencia del mismo, de una manera natural.

Para ello, llevamos a la práctica todas las enseñanzas adquiridas, transformándolas en actos de amor en nuestro día a día.

Amando, irradiamos una vibración que nos sintoniza con la espiritualidad mayor, que nos alienta, nos asiste y nos protege siempre, manteniéndonos alerta a la búsqueda de la necesidad, que muchas veces se encuentra donde menos lo esperamos.

Hablar, escuchar, compartir, sonreír … hacer caridad sincera, esa que va mas allá de dar las migajas materiales que nos sobran, esa con la que abrimos sinceramente nuestros corazones. Continúa leyendo

octubre 2 2015

La Esencia del Espíritu: Sobre el Amor

ssCierto día en que me hallaba con varios amigos de ambos sexos, se promovió la conversación sobre los distintos modos de amar, cada uno definió como supo, y después de hablar mucho para decir muy poco, me despedí de ellos confiando en que otro día ampliáramos aquella cuestión: ¡Siempre he creído en el amor grande y sublime, jamás en el rastrero o egoísta de los sentidos, que tanto y tanto empequeñece al Espíritu!

Aquel día se había hablado tanto de amor que, por la noche a solas, comparaba y reflexionaba los múltiples pareceres de aquel grupo familiar, y pensando y filosofando sobre esta ciencia secreta que cada cual desarrolla a impulsos de su adelanto, me quedé dormida.

Mi Espíritu tendió su vuelo y, al hallarme en la inmensidad, miré mi cuerpo y exclamé: Continúa leyendo