Nos referimos cuando se vive el Espiritismo casi como una secta religiosa más (caso de la FEB y otras), o desde el “partido” contrario; los antireligiosos (caso de la CEPA)… Los primeros (reconozcámoslo), pecan de repetir esquemas evangélicos que no pertenecen al Espiritismo; y los segundos arrastran prejuicios positivistas de pasadas épocas (por mucho que les “chirrien”, Jesús forma parte indisoluble del Espiritismo, siendo propuesta central que impregna toda la moral y la filosofía de este).
Ambos se organizan y actúan muy alejados del ideal espírita; unos continúan presos de la cascara religiosa que deberían haber superado, y los otros hacen suya la vanidad del cientifico más sensible a su carga de prejuicios que al servicio al que debiera entregarse… Ambos ignoran que cuanto más se posicionen y/o enfrenten ( y por rica que sea su formación), más se alejan del papel que el Espiritismo está llamado a cumplir.
Ambos han incorporado a su idea de Espiritismo “constructos” que no pertenecen a este, y mientras tanto, el tiempo pasa, y las propuestas renovadoras del Consolador permanecen distantes…
Lumen; 18 de febrero de 2016