Juan Manuel Ruiz González ha escrito:
Una cosa es pensar diferente pero aceptando la postura del otro, aunque no se comparta (importante: además buscando el consenso), y otra hacerlo de manera antagónica y con el único interés de llevar la razón…
El librepensamiento es señal de salud, dinamismo cultural y equilibrio del movimiento espírita. ¡Cómo se enriquecería este movimiento si esto fuese la norma!
La pluralidad no sólo es natural sino necesaria. Sin ella, el comodismo y la rigidez de pensamiento van tomando forma, pero además es un preventivo natural contra la intolerancia y la ortodoxia (que siempre deben mantenerse lejos de toda actividad espírita).
No obstante, se hace preciso diferenciar al librepensador del polemista; el primero utiliza la crítica constructiva y el diálogo, el segundo el destaque del personalismo y/o la confrontación…
Uno, pese a las diferencias naturales, se preocupa por mantener serenidad y cordialidad en el ambiente que ocupa, el otro tiende a primar la discusión y la retórica.
De cara a los demás (legos o principiantes), preferible es el espírita que tiene un conocimiento básico de la doctrina, pero que ante los demás es cercano, honesto y prudente, a aquel que “lo sabe todo” y en lo personal es distante, desconfiado y presta escasa atención en preservar la paz y el equilibrio del ambiente que comparte con otros.
En el movimiento espírita necesitamos apostar mucho más por la escucha activa y el diálogo que por la obsesiva, postiza y contemporánea costumbre de adoctrinar.
Por Juan Manuel Ruíz González, a lunes 22 de Febrero de 2021
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