septiembre 1 2020

En búsqueda de las verdades espirituales universales

Todas las grandes religiones contienen cierta verdad espiritual.

Muchas de estas verdades las ha distorsionado o malentendido la humanidad imperfecta, y en ocasiones, el hombre ha creado y añadido sus propias ideas erróneas y las ha postulado como leyes universales de Dios.

El Creador, de vez en cuando y a través de las eras, ha enviado siempre a sus profetas para que traigan al planeta el verdadero conocimiento de sus leyes de una manera apropiada a sus costumbres, sus tiempos, y de conformidad con su nivel moral, espiritual e intelectual. Lo sigue haciendo.

En estos tiempos modernos, su mensaje no está incorporado en una persona, sino en la miríada de voces de los espíritus que se escuchan ahora, a través de la mediumnidad, desde todas partes del mundo.

La mayoría de las grandes religiones de la actualidad han grabado en piedra, por así decirlo, los preceptos básicos de su fe.

Las ideas y creencias de estas religiones se establecieron antes de la era científica, sin el beneficio del método científico de la evaluación y la investigación, y en un momento en que las falsas nociones y la trepidación guiaban a la humanidad en su ignorancia.

Por ende, han establecido prematuramente la relación de la humanidad con su creador y su comprensión del propósito de la vida en sus doctrinas, razón por la cual haya tantos errores.

No obstante, vemos que todas las grandes religiones valoran el correcto proceder; aceptan la existencia de un alma inmortal y la existencia de un Creador Supremo; creen en cierto tipo de vida después de la vida, allende el mundo material, y vislumbran cierta clase de juicio con respecto a nuestro comportamiento.

Aparte de estos principios básicos, la humanidad ha agregado sus particularidades, dependiendo de su entendimiento de las verdades espirituales a ellos reveladas en ese determinado momento y lugar en la historia.

Otro concepto, la llamada “regla de oro”, se encuentra en todas las grandes religiones, porque es la piedra angular de la ley universal del amor. Dios ha querido que este mensaje de suprema importancia llegue a todas sus criaturas.

No obstante, el principal error de muchas religiones tradicionales, a causa de las limitaciones intelectuales y morales del hombre, radica en haber fabricado conceptos que excluyen al prójimo, en conocer y llegar a Dios.

Resulta que su sentido de justicia es demasiado mezquino y moralmente inmaduro como para abarcar a toda la raza humana.

Así, pone coto a la capacidad que tiene la humanidad, a través del libre albedrío, de progresar espiritual y moralmente hacia su redención.

Esto no se adhiere a las leyes del Creador de justicia y misericordia infinita.

Muchos no comprenden la magnanimidad de Dios en este aspecto; su infinito amor y su compasión ilimitada.

Sin embargo, esto es de esperarse, ya que todos nos encontramos en distintos niveles intelectuales, espirituales y morales de entendimiento.

No todos están dispuestos a aceptar y comprender las leyes del Creador de inclusión total y del tiempo ilimitado que se le ha dado a la humanidad para perseguir su propia redención a través de la evolución del alma.

La humanidad, con su carencia de visión espiritual, ha restringido la infinita capacidad de Dios de perdón y compasión, al disponer solo una vida material en las actuales creencias cristiana, musulmana y judía.

En estas creencias, planteado de manera simplista, los buenos creyentes van al cielo, mientras que los malos y aquellos que no profesan esa fe en particular, van al infierno.

Tal concepto excluye de la “salvación” al grueso de la población del planeta, que no se adhiere a la justicia suprema de Dios.

No obstante, estas religiones llegarán a comprender que su concepto temprano de “resurrección” representa esencialmente la idea de la reencarnación.

Así, aprenderán que el “día del juicio final” ocurre de manera continua y automática mediante la ley de causa y efecto.

Aquellas religiones, principalmente las del Oriente, tales como el hinduismo y el budismo, entre otras, aceptan los conceptos importantes de la reencarnación y la ley del karma.

Sin embargo, entre sus acólitos, hay muchos que creen erróneamente que la liberación del sufrimiento se logra únicamente con la meditación, el ascetismo y la exclusión de los deberes mundanos, o mediante la autoflagelación, en su búsqueda del nirvana.

Las leyes de Dios deben estar separadas de los prejuicios de la humanidad.

La herramienta para lograrlo es el uso de la razón en la investigación científica.

Las leyes del universo no son sobrenaturales, sino naturales; no tiene cabida la superstición.

Asimismo, el hombre debe aprender a reducir su prejuicio, que le impide aceptar las verdades espirituales cuando las encuentra.

La humanidad ha alcanzado cierto nivel de madurez espiritual y moral.

También ha avanzado en la capacidad intelectual al emplear el método científico.

Con lo uno y lo otro, la ciencia respaldará la apropiada creencia religiosa.

Luego, la humanidad habrá alcanzado un hito en su evolución donde la fe religiosa se fundamente en hechos científicos razonados y comprobados; y la fe será más fuerte por ello.

La investigación más enfocada e imparcial de la interacción entre los mundos material y espiritual, brinda una base suprema desde la cual continuar el estudio y el descubrimiento de la humanidad acerca de las leyes espirituales que rigen nuestras vidas, aquí y en el mundo espiritual.

¡Apenas ha comenzado la labor de la humanidad en la búsqueda de comprender los misterios del universo, de Dios y de la religión cósmica de la verdad universal!

Por Yvonne Crespo Limoges – Estados Unidos

Mensaje inspiracional

Traducción: Conchita Delgado Rivas CIMA – Caracas

Publicado en la revista Evolución. Venezuela Espírita. Revista del Movimiento de Cultura Espírita CIMA. 2ª Etapa. Nº3. Sep / Dic 2018

Escrito por Reproducciones

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Publicado 1 septiembre, 2020 por Reproducciones en la/s categoría/s "Actualidad", "Ciencia", "Espiritismo", "Reflexión", "Visión Espírita

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