Carta a los Centros Espíritas. 3ª y última parte

(Tercera y última parte)

• No nos apresuremos: somos obreros de la última hora… no lo dudéis, pero no hemos sido llamados a “convertir”, ni precisamos “salvar” (no caigamos en erroneos hábitos religiosos del pasado que aún podrían subyacer en nuestro inconsciente); nuestro cometido es ofrecer “agua de vida y luz de Verdad” a quien lo solicite. Puede haber momentos que, sin percibirlo, tras la rigurosidad doctrinaria camuflemos muchas torpezas… Nos es imprescindible también, mucho, ser naturales, acogedores y cálidos, movilizar dentro de nosotros recursos de amor y paz, pues sin esto seremos espíritas de libro, pero no de abrazo (y llega un momento en que debemos calibrar esto, porque hay mucha necesidad de lo segundo).

• ¿Hemos despertado realmente la conciencia espírita en nuestro interior, o, más bien disertamos, acudimos a los congresos, los centros, etc., con la lección aprendida? Hay espíritas que se organizan en plan de ir iluminando conciencias, pero ¿se han iluminado ellos antes? Iluminarse no es fanatizarse… Meditemos: es tan diferente una cosa de la otra… No es lo mismo aleccionar que esclarecer (y mucho menos que consolar).

• Seamos humildes, pacientes y juiciosos. No tratemos de seducir conciencias dando por sentado las nociones espiritistas como de una fórmula memorizada se tratase. Sepamos dosificar información, escuchar (de verdad), empatizar y respetar los tiempos y circunstancias de cada cual. Siempre será preferible unos cuantos conocimientos generales que un discurso inflado de retórica (el consejo del maestro de Lyon: Antes que espiritistas haced espiritualistas, conecta muy bien con lo que estamos hablando).

• Sospechamos, que una de las causas por las que algunos no terminan de sintonizar con el Espiritismo es por la falta de naturalidad de los propios espíritas… Una agrupación espírita debe estar exenta de fanatismo, ser cordial, alegre y acojedora (que cuando alguien pase sus puertas no se encuentre con “adoctrinadores”, sino con hermanos del camino adheridos a la causa espírita. Se puede ser formal y rigurosos (en cuanto a coherentes con el mensaje espiritista), pero esto no tiene nada que ver con el sectarismo y la falta de espontaneidad.

• Otra cuestión importante es ser conscientes de los atavismos del culto católico romano acumulado en nuestra memoria anterior, más que nada para evitar filtrajes peregrinos que a veces se perciben latentes bajo el barniz doctrinario (CUIDADO: no sustituyamos la amenaza del Infierno por la del Umbral… o la del Diablo por los obsesores). Toda doctrina de crecimiento espiritual requiere un periodo de iniciación, pues bien; hagámoslo compartiendo el gran caudal de conocimiento filosófico, psíquico y moral que el Espiritismo contiene, pero no echemos en el olvido que la doctrina no requiere del sermón (sea este pseudo-religioso o cientifista).

• Kardec es siempre una insignia luminosa en nuestras almas, un foco incomparable y raro de renovación y paz que, como ningún otro, surgió en determinado instante de la historia para alumbrar el camino y elevar los rumbos de la cultura contemporánea… pero hasta esto es vacío propósito si se utiliza con énfasis exaltado y endurecido, con espíritu sectario… o si se vive con espíritu de exigencia… o si una vivencia “burocrática” sustituye a la antorcha de amor y humildad que deberíamos todos portar.

• Pero sobretodo, queridos míos, eliminar cualquier brote de discordia o vana polémica. Que los centros no se censuren unos a otros, sino que, por el contrario, se apoyen siempre incondicionalmente por encima de las naturales diferencias de superficie. En esto se identificará entre vosotros a los verdaderos espíritas.

Con amor y reconocimiento.

Fin de la carta

Firmado: Un hermano

Enlaces:

Primera parte: http://www.zonaespirita.com/carta-los-centros-1a-parte/

Segunda parte: http://www.zonaespirita.com/carta-los-centros-2a-parte/