junio 30 2018

Cervantes y el licenciado Torralba

Nos deja caer Cervantes en el capítulo XLI de la segunda parte de su inmortal Don Quijote de la Mancha, el nombre del licenciado Torralba, así como de pasada y como quién no dice nada. Ya que, si hablamos de Amadíses y demás caballeros imaginarios de la andante caballería, cómo no nombrar al no menos imaginario doctor Eugenio de Torralba (1485-1531) -hombre real y nada ficticio-, sin que por ello ocurra nada, ni la censura se haga cargo de expurgar dicho pasaje.

Y es que nuestro admirado escritor, como humanista que era, habiendo bebido en su juventud toda la grandeza que en Italia bullía durante el Cinquecento, hacía honor a la frase de Terencio «nada de lo humano me es indiferente». Y por tanto era conocedor de las llamadas «artes ocultas», tales como la astrología y nigromancia, entre otras. Cosa que no es de extrañar: la astrología era considerada una de las más altas ciencias hasta la irrupción de Galileo, Kepler y demás astrónomos, que impulsaron el método científico para su estudio; dejando que otras cualidades -muy apreciadas entonces- que se suponía afectaban psicológicamente a las personas, fueran cayendo poco a poco en descrédito.  Continúa leyendo